El Sábado 1ro. de Julio, el Dr. Emeterio Gómez en un artículo publicado en El Universal, haciendo referencia a la entrevista que le hiciera el comentarista Walter Martínez a Chávez, aceptó como un gran gesto democrático por su parte, “calarse las opiniones de los demás, por primitivas que nos parezcan”. Gómez inicia su artículo expresando satisfacción por cuanto “Dios me complació” ya que le permitió presenciar, lo que, en términos soeces describe como un “orgasmo intenso y simultáneo”. Acto seguido, Gómez lanza una serie de grotescas alusiones, dirigidas a menospreciar a todos los que no han aceptado de entero el evangelio neoliberal que él predica.
Digo grotescas alusiones por cuanto Gómez, en esencia, deja inferir una similitud de criterios y formación entre los que albergan ciertas dudas sobre la validez de un incondicional recetario neoliberal para el país y quienes pregonan un maoísmo leninismo, el canibalismo del Africa, o “la manía inaudita de concebir a las mujeres como cosas y esa salvaje costumbre de cauterizarle el clítoris a las niñitas para que no puedan sentir ni pecar”.
Francamente quedé asqueado del artículo, mucho más cuando pienso que refleja la actitud de alguien, que con frecuencia se jacta de dar clases de ética en el IESA, un ente académico que, antes que nada, se caracteriza por el respeto a la libertad de pensamiento. Como graduado en el Master de Administración del IESA, hace más de 25 años y con honores, y como quien durante muchos años dio clases allí, sentí vergüenza. Todo fanatismo hace perder la perspectiva de las cosas y muchas veces las posiciones radicales asumidas por algunos hacen mucho daño.
Un académico deber estar en capacidad de defender sus criterios e ideas, dentro de un marco de respeto hacia las de los demás, sin caer en bajezas ni insultos.
Por el contrario, tuve una muy grata impresión del IV Encuentro de Economía organizado por la Revista BCV, dirigida por el Dr. Asdrúbal Babtista, verdadero orgullo académico del IESA, que versaba sobre “La política económica de Venezuela en el contexto de Latinoamérica”. Abriendo el foro, el Dr. Ricardo Ffrench-Davis recordó al público asistente que “la insuficiente reflexión sobre la economía nos deja a merced de las modas” , recalcando la importancia que tiene el fortalecimiento de la reflexión. Este foro sirvió justamente para eso.
Por supuesto que fueron puestos sobre el tapete muchos de los errores o, por lo menos, algunas de las promesas incumplidas, consecuencia de la aplicación de medidas económicas, identificadas con frecuencia como de corte neoliberal. Sin embargo, debe señalarse que lejos de proponer un rechazo blancoynegro a tales medidas, lo que presentí en la mayoría de las ponencias, fué un sincero esfuerzo por lograr ubicar fallas específicas, con el fin de buscar corregirlas.
Del mismo Dr. Ffrench-Davis recuerdo especialmente su insistencia sobre el peligro de que la volatilidad económica, que el ambiente neoliberal pueda crear, ahuyente los capitales a largo plazo, y que, la misma movilidad de los capitales a corto plazo le asignan una fuerza de negociación que resulta exagerada al momento de tener que transar y negociar con otros factores menos movibles como, por ejemplo, el trabajador. En mi libreta, anoté, sólo como especulación, la pregunta de si, para compensar lo anterior, no deberíamos permitir, para fines de deducibilidad del impuesto sobre la renta, multiplicar cada bolívar pagado en sueldos y salarios por 110% y cada bolívar en intereses por 90%.
Y hablando de impuestos, el Dr. Ffrench-Davis, también nos recordó la importancia de que los sistemas tributarios tengan unos objetivos de mayor alcance, que los de un simple equilibrio presupuestario. Parecería que aquí nos hemos dedicado justo a lo contrario, ya que estoy bajo la impresión de que en Venezuela hace tiempo que se abandonó la función redistribuitiva de un impuesto sobre la renta, por lo expedito del cobro de un impuesto a la venta.
También deseo resaltar la presentación del Dr. Francisco Rodríguez, quien al no vivir en el país, por ser un joven profesor de la Universidad de Maryland, nos hizo observar, con satisfacción, que el Internet que tanto sirve para globalizar, también ayuda a los globalizados a mantener el contacto con su aldea. En su exposición encontré interesante su opinión de que la mayoría de los beneficios que un país puede obtener con una apertura comercial, se derivan más de los beneficios de escala, mercados más grandes, que de los tradicionales argumentos basados en la especialización.
La ponencia del Dr. Rodríguez me reafirmó en mi criterio de que quizás hubiésemos obtenido mayores beneficios de haber logrado una total apertura comercial con Colombia, mientras existía una considerable barrera externa común, mezclándonos así en un balde y no como ocurrió en un océano global. De hecho, la economía más exitosa del mundo es justamente la resultante de la integración de los propios estados de los Estados Unidos de América.
El Dr. Rodríguez también se refirió a un estudio, donde a través de regresiones no se encontró una relación directa entre el crecimiento económico y los aranceles bajos. No tuve ocasión de intervenir, pero, de haberlo hecho, le hubiese recordado, que el beneficio de una política de apertura jamás se ha basado en el hecho de que sólo una de las partes lo cumpla, por ejemplo, bajando aranceles, mientras que la otra no. En este sentido, la falta de relación, entre crecimiento y aranceles, puede que se deba más a su aplicación unilateral, que a una falta de la teoría per se. Por ejemplo, Venezuela, es un perfecto ejemplo de una apertura no retribuida. En la medida en que bajamos nuestros aranceles, champaña a 26%, otros subieron los suyos, gasolina a más de 450%. Igualmente, en la misma medida en que nosotros abrimos nuestras economías, el mundo desarrollado encontró formas sutiles para cerrar las suyas, por ejemplo, vía derechos intelectuales, marcas y patentes.
Ya finalizando el evento, el Dr. Alonso Aguilar Monteverde, de la Universidad Nacional de México, lanzó una seria .advertencia sobre la posibilidad de que nuestras élites dominantes queden dominadas por el mundo global, así como su muy claro mensaje relativo a que “negar que no hay alternativas al neoliberalismo o a la globalización, es negarnos a nosotros mismos.”
Para mí, este último reto de desarrollar nuestras propias alternativas de convivir con un mundo globalizado, sin aislarnos, contiene un mensaje de alto contenido ético para un instituto como el IESA. Lamentablemente, el actual profesor de ética del IESA, se ha declarado incapacitado para transmitirlo.
Caracas, Economía Hoy, el 4 de Julio de 2000