Durante casi una década fui representante del único banco Chileno, que mantuvo una oficina de representación en Venezuela y a consecuencia estuve frecuente y activamente en contacto con el tema de los fondos de pensiones. Si bien estaba convencido de las bondades del sistema, sostuve en diversas oportunidades que no estaban dadas las condiciones en Venezuela para iniciar su desarrollo. La razón de lo anterior se centraba en el hecho de que durante la fase inicial de la creación de los fondos, sería muy difícil lograr que una parte importante de los fondos captados pudiesen ser invertidos en el extranjero – y la ausencia en Venezuela de instrumentos adecuados en qué invertir - garantizaba el fracaso del sistema y, con ello, su desprestigio. De allí que sólo los enemigos o los aprovechadores de los fondos de pensión podrían aupar su parto prematuro.
Hoy seguimos sin instrumentos de colocación a largo plazo, que le permitan a un administrador serio de fondos de pensión, el recibir los recursos y aceptar la responsabilidad fiduciaria de devolver un valor real, en 10, 20 ó hasta 30 años. Ante la evidente fuga de capitales, provocada en gran parte la falta de alternativas de inversión, la necesidad de crearlas se hace aún mas urgente.
El Fondo de Inversiones de Venezuela (FIV), en lugar de dedicarse a desarrollar oportunidades de inversión para capitales especulativos extranjeros por vías tales como es la de las privatizaciones eléctricas, que en el caso de Margarita, como todos saben, además, fue pésimamente ejecutada, podría hacer unos esfuerzos orientados a crear, para los capitales locales, oportunidades de inversión AAA.
A tal efecto se requeriría estructurar los instrumentos de forma racional, invertir los recursos en actividades que generen sus propias fuentes de repago y, finalmente, cobijar a las inversiones con un manto, casi santo, de garantías institucionales. Obviamente que de ello se derivan una serie de interrogantes.
¿Cómo estructurar esos instrumentos? Sin ningún ánimo de implicar una dolarización de nuestra economía, considero que los títulos ofrecidos deberían expresarse en dólares. La primera razón, muy pragmática, es sencillamente por cuanto el dólar es la moneda referencial, que la mayoría de los capitales buscan. En segundo término, ello permitiría utilizar tasas de interés mucho más bajas, que las aplicables si tales inversiones fueran expresadas en bolívares, con lo cual podríamos ofrecer al prestatario los plazos largos de amortización, que en términos reales requiere, sin tener que adentrarnos en el mundo de las indexaciones, sobre la base de elementos de cuestionable validez, tales como el Indice de Precios al Consumidor (IPC).
¿En qué áreas invertir? Las áreas obvias serían la del petróleo, la electricidad y la vivienda. Estas áreas representan sectores de importancia tan vital para el país, que el no lograr desarrollar unas inversiones seguras en las mismas nos llevaría a cuestionar la propia viabilidad del país.
La capacidad de PDVSA de emitir y servir una emisión de bonos por US$ 1,500 Millones, no creo que sea cuestionable.
Si todos los activos de transmisión eléctrica del país, valorados en más de US$ 2.500 millones se aportaran a una empresa nacional, que de hecho sería "la gran cobradora de peaje", que permita accesar a las riquezas energéticas del Caroní, ésta podría, sin duda, respaldar una emisión en el orden de US$ 500 millones.
Ofrecer créditos hipotecarios a nuestros jóvenes sería otra posibilidad. 10.000 créditos de US$ 50.000 cada uno, generaría una cartera de US$ 500 millones. Si el país no logra identificar 10.000 parejas de profesionales, que tengan méritos suficientes para accesar a un crédito a 25 años, para comprar su vivienda, mejor apaguemos la luz y cerremos la puerta. La forma más idónea de ayudar a mantener viva la esperanza de poder tener una vivienda a los que no tienen recursos, sería asegurándoles el acceso a la vivienda a los que sí tienen con qué y un título universitario debería ser un con qué suficiente.
¿Cuáles serían las garantías institucionales? En lo personal, estoy harto de todas aquellas declaraciones sobre la importancia de atraer capitales extranjeros, en un país que no lograr estimular la permanencia de sus propios capitales nacionales. Desde hace más de 20 años, el inversionista nacional ha venido abandonando paulatinamente a su país, de allí que el lograr generar oportunidades de inversión, que eviten el desangramiento nacional, sería una hazaña, que para mí tendría características de una Santa Cruzada.
Una Ley que decrete, como de prioridad nacional, el puntual servicio de las obligaciones, que pertenecen al Fondo de Oportunidades de Inversión en Venezuela (FOIV) y que obtenga la aprobación del 100% de los miembros de la nueva Asamblea Nacional y el 100% de las Asambleas Legislativas, podría ser una vía de puntualizar su trascendencia histórica.
Todos nosotros, que diariamente rogamos a Dios por el futuro de nuestro país, que con fuerza nos aferramos a nuestro terruño y nos rehusamos a montarnos en una ola emigratoria, necesariamente tenemos que encontrar una forma de asegurar la permanencia voluntaria en el país de los capitales venezolanos. El FOIV pudiera ser el detonante que logre lo deseado.
La existencia de US$ 2.500 millones en instrumentos, como los descritos, puede ser la tierra fértil en la cual sembrar un sistema de fondos de pensión. Si el país no aprende a cuidar sus capitales locales - nos garantizamos el rumbo de tener que vender a Venezuela, a precio de gallina flaca, a los intereses extranjeros - tal como está ocurriendo. ¿Cuándo entenderemos que el mundo globalizado comienza por nuestro propio patio?
Per Kurowski
Lugar y fecha de nacimiento. San Cristóbal, 16 de Mayo de 1950