junio 15, 1999

Hablemos sobre la publicidad oficial y la anorexia cambiaria

Hablemos sobre la publicidad oficial y la anorexia cambiaria
Si los constituyentistas de la época en que se redactaron las Constituciones, que actualmente inspiran a las del mundo occidental, hubiesen tenido noción de la importancia de la publicidad y entendido su irresistible tentación para un político, con toda seguridad habrían establecido todo tipo de limitantes a la misma.
La publicidad es para un político, como la droga para un drogadicto, no puede vivir si ella. En épocas normales, bajo una Constitución plenamente vigente la Nación es administrada por los políticos. De allí que resultaría por lo tanto imposible, como pedirle peras al olmo, solicitar de esos mismos políticos, el que generen una autorregulación efectiva en materia publicitaria.
En una Constituyente, al haber mayor posibilidad de una cierta representación apolítica, sería la oportunidad, casi única, para introducir las limitaciones a los políticos que la sociedad civil crea necesarias.
¿Qué limitaciones se pueden proponer? Antes de responder, sería útil ilustrar lo que se quiere evitar. Los siguientes son sólo algunos ejemplos, aunque, claro está, que seguramente los lectores tendrán su propia lista.
El hecho de que para “inaugurar” un pequeño espacio "verde" de 12 m2 con unas maticas, se contraten toldos, sillas, equipo de sonido, obsequio y demás material promocional, evidencia un absoluto irrespeto con el ciudadano. 
Seguramente muchos habrán observado, al pasar por alguna autopista, cuadrillas de obreros que efectivamente están realizando un buen trabajo de limpieza y mantenimiento de la vía, a quienes lamentablemente, se les obliga a llevar a cuestas, como una cruz, un cartelón que pesa más que su equipo de trabajo y que sólo cumple una función promocional.
Vemos por todo el país tantos cartelones que anuncian, con nombre y apellido del funcionario de turno, el cumplimiento o supuesto cumplimiento del deber, del Presidente, Ministro, Gobernador y Alcalde. Todos estos anuncios, seguramente costosos, sólo sirven para recordarnos del por qué no somos políticos. Por simple educación, a nosotros se nos caería la cara de vergüenza.
Para evitar abusos como los antes expresados, a mí me encantaría incluir en nuestra Constitución, dentro de un capítulo titulado "Limitaciones para los funcionarios en el uso de la publicidad", el articulado siguiente:
1. Se prohibe el gasto publicitario relacionado con la ejecución y puesta en marcha de cualquier obra civil, que exceda del 1% del costo de dicha obra.
2. Se prohibe a todo servidor público el usar, en relación con cualquier actividad oficial, adjetivo alguno destinado a darle una connotación favorable a la forma en cómo se ha cumplido con dicha actividad.
3. En toda actividad que pueda ser calificada como de promoción, publicidad o información, e independientemente del origen de los fondos para su pago, sean éstos públicos o privados, se prohibe el uso del nombre propio, foto, o cualquier otro elemento que, de forma directa, pueda identificar de manera personal a un funcionario público o a una organización política.
En la medida en que en nuestra próxima Constitución logremos introducir algún tipo de limitación a la descarada autopromoción de los políticos de turno, en esa misma medida podremos decir que hemos logrado una Constitución nueva, con posibilidades reales de producir resultados. Sólo así podremos tener, al menos la esperanza, de que los políticos del futuro tengan que dedicarse a lograr verdaderos frutos de su gestión, en lugar de gastar recursos y tiempo tratando de vendernos frutos imaginarios. ¿Les parece poco? ¡Sólo esto casi justificaría a la Constituyente!

Otro asunto distinto. Una respetuosa pregunta al Sr. Presidente. Sólo para mi archivo histórico.
La tasa del bolívar contra el dólar debería estar en 900, pero se encuentra en 600. Como resultado de ello, un hotel al convertir los 40 dólares que obtiene de un turista, recibe, en vez de Bs. 36.000 sólo 24.000 y quiebra. Si trata obtener los Bs. 36.000 debe cobrar 60 dólares, entonces los turistas se van a otro destino y quiebra. El desastre afecta a todos. Hoy leímos de una pequeña planta de yeso que tuvo que cerrar por cuanto es más barato importar yeso de España. Hasta los postgrados (los pagados, no los regalados) salen mas baratos en el exterior. Es cierto que una devaluación, por si sola, no remedia nada, pero ya creo mas que suficiente, la evidencia que la anorexia cambiaria si mata
No tengo la menor duda de que si yo estuviera responsabilizado por la política económica del país y tuviera que enfrentar una incertidumbre en materia cambiaria, de pecar, siempre, siempre, lo preferiría hacer a favor del productor nacional y no del extranjero. Por cuanto, al revisar mis archivos y encontrar que la primera fecha, en que me coloqué de rodillas rogando por un mayor ritmo de devaluación, fue en Julio del 98 y desde ese entonces, lo he pedido a gritos, “sopotocientas” veces, sé, que a mí no me hicieron caso.
Sr. Presidente: ¿Quién fue?¿Quién fue que lo convenció de seguir con la política cambiaria del Dr. Kevorkian? ¿Fue Casas? ¿Fue Natera? ¿Fue el Fondo Monetario Internacional? ¿Fue un militar? ¿Fue Kelly? ¿Fue Alfaro? ¿Fue Emeterio? ¿Quién fue? ¿No se recuerda? - Con respeto, le recomiendo hacer memoria - Muchos otros se lo van a preguntar….. y muy pronto.