Ghandi objetaba la violencia diciendo que aún cuando parecía traer algo bueno, ese bueno era solo temporal, mientras que lo malo que producía era permanente… pero igualmente Ghandi decía que era mejor ser violento, si existía violencia en nuestros corazones, que arroparnos con el manto de la no violencia, sólo para tapar nuestra impotencia.
Desde antes de ayer necesitamos que se constituya un gran batallón de contrarios a la violencia integrado por ciudadanos de todas las corrientes políticas y cuyo único objetivo sea el de ayudar a Venezuela lograr unas elecciones pacíficas, de un nuevo presidente, de una Asamblea legítima y de una Corte Suprema independiente, en el plazo más corto posible, para el caso de que la situación por la que atraviesa Venezuela a causa de unos complejos resentimientos, degenere en un estallido de violencia que amenace ensangrentar aún más a nuestra nación.
Cuando los odios se han desbordado no es una cuestión sencilla promover una paz antes que suficientemente demasiada sangre haya llegado al río, por lo que ese batallón tiene que prepararse muy bien. Entre las tantas preguntas a las cuales debe buscar respuesta se me ocurren las siguientes:
¿Cómo establecer los debidos canales de comunicación que permita la voz de la paz y la sensatez oírse sobre la bulla y los gritos de la violencia? ¿Cómo prepararse para no perder siquiera un segundo buscando establecer credibilidad cuando cada segundo puede significar un compatriota muerto? ¿Cómo evitar que quienes persigan otras agendas saboteen los esfuerzos de paz? ¿Cuántos castigos son necesarios para satisfacer la necesidad que tiene la sociedad que los actos indebidos no terminen impunes pero sin que tales castigos se transformen en una venganza desbordada que solo atenta contra la aún más necesaria reconciliación? ¿Cómo asegurar darle la debida representación al lado contrario a sabiendas que el lado contrario, en caso similar, no le daría voz alguna a quien considerase su enemigo?
Igualmente, en paralelo, necesitamos de otro batallón de ciudadanos venezolanos trabajando en una propuesta de futuro para el país y que, por lo menos dentro de una perspectiva histórica, tenga la posibilidad de compensar, en algo, los sufrimientos y sacrificios que se ha colocado sobre millones de hombros venezolanos durante unas cuantas décadas. Para ello, en lo que sí estoy claro, es que con quitar el actual para simplemente colocar otro de la tribu quítate-tú-para-ponerme-yo simplemente no resultaría suficiente… más bien sería como echarle sal a la herida.
Como país petrolero, los ciudadanos antes que nada tenemos el reto de asegurarnos que nuestros gobiernos sean gobiernos que trabajan para nosotros todos y que no sean sólo las oficinas del magnate petrolero de turno que trabaja por sus propios intereses y los de sus neo-mantuanos de turno. Y si no logramos aprender eso de nuestras recientemente desperdiciadas bonanzas petroleras, generadoras ellas de nuestra actual realidad social asocial, nuestras posibilidades de ser una nación vibrante y brillante son nulas.
Tengo mis tres hijas trabajando y estudiando en el exterior lo cual me da una tranquilidad que reconozco que muchos de ustedes puedan envidiar. A la recurrente pregunta de mis hijas "¿Papá, cuándo crees que estén dadas las condiciones para regresar con normalidad a nuestro querido país?" siempre les respondo:
"Hijas, cuando en nuestro país el petróleo u cualquier otra clase de monopolio no le otorgue tanto poder a un Estado o a un grupo reducido de ciudadanos como para que ellos puedan sentirse sabiondos y ustedes no puedan sentirse plenamente libres; y cuando nuestros compatriotas hayan decidido que es mejor querer y respetarse todos que dividirse en toletes para vivir de una Misión Odio, ese día regresaremos. Ni un segundo antes, ni un segundo después, puesto que aún cuando Venezuela sea un país fabuloso, es sólo cuando esas condiciones se cumplan que Venezuela puede ser de verdad una nación querible"
Desde antes de ayer necesitamos que se constituya un gran batallón de contrarios a la violencia integrado por ciudadanos de todas las corrientes políticas y cuyo único objetivo sea el de ayudar a Venezuela lograr unas elecciones pacíficas, de un nuevo presidente, de una Asamblea legítima y de una Corte Suprema independiente, en el plazo más corto posible, para el caso de que la situación por la que atraviesa Venezuela a causa de unos complejos resentimientos, degenere en un estallido de violencia que amenace ensangrentar aún más a nuestra nación.
Cuando los odios se han desbordado no es una cuestión sencilla promover una paz antes que suficientemente demasiada sangre haya llegado al río, por lo que ese batallón tiene que prepararse muy bien. Entre las tantas preguntas a las cuales debe buscar respuesta se me ocurren las siguientes:
¿Cómo establecer los debidos canales de comunicación que permita la voz de la paz y la sensatez oírse sobre la bulla y los gritos de la violencia? ¿Cómo prepararse para no perder siquiera un segundo buscando establecer credibilidad cuando cada segundo puede significar un compatriota muerto? ¿Cómo evitar que quienes persigan otras agendas saboteen los esfuerzos de paz? ¿Cuántos castigos son necesarios para satisfacer la necesidad que tiene la sociedad que los actos indebidos no terminen impunes pero sin que tales castigos se transformen en una venganza desbordada que solo atenta contra la aún más necesaria reconciliación? ¿Cómo asegurar darle la debida representación al lado contrario a sabiendas que el lado contrario, en caso similar, no le daría voz alguna a quien considerase su enemigo?
Igualmente, en paralelo, necesitamos de otro batallón de ciudadanos venezolanos trabajando en una propuesta de futuro para el país y que, por lo menos dentro de una perspectiva histórica, tenga la posibilidad de compensar, en algo, los sufrimientos y sacrificios que se ha colocado sobre millones de hombros venezolanos durante unas cuantas décadas. Para ello, en lo que sí estoy claro, es que con quitar el actual para simplemente colocar otro de la tribu quítate-tú-para-ponerme-yo simplemente no resultaría suficiente… más bien sería como echarle sal a la herida.
Como país petrolero, los ciudadanos antes que nada tenemos el reto de asegurarnos que nuestros gobiernos sean gobiernos que trabajan para nosotros todos y que no sean sólo las oficinas del magnate petrolero de turno que trabaja por sus propios intereses y los de sus neo-mantuanos de turno. Y si no logramos aprender eso de nuestras recientemente desperdiciadas bonanzas petroleras, generadoras ellas de nuestra actual realidad social asocial, nuestras posibilidades de ser una nación vibrante y brillante son nulas.
Tengo mis tres hijas trabajando y estudiando en el exterior lo cual me da una tranquilidad que reconozco que muchos de ustedes puedan envidiar. A la recurrente pregunta de mis hijas "¿Papá, cuándo crees que estén dadas las condiciones para regresar con normalidad a nuestro querido país?" siempre les respondo:
"Hijas, cuando en nuestro país el petróleo u cualquier otra clase de monopolio no le otorgue tanto poder a un Estado o a un grupo reducido de ciudadanos como para que ellos puedan sentirse sabiondos y ustedes no puedan sentirse plenamente libres; y cuando nuestros compatriotas hayan decidido que es mejor querer y respetarse todos que dividirse en toletes para vivir de una Misión Odio, ese día regresaremos. Ni un segundo antes, ni un segundo después, puesto que aún cuando Venezuela sea un país fabuloso, es sólo cuando esas condiciones se cumplan que Venezuela puede ser de verdad una nación querible"
P.S. Sobre el cierre de las estaciones de radio permítame decirle a los responsables que aquello es simplemente asqueroso y que no tienen manera de explicarlo… simplemente han excrementado sobre Venezuela y están echando al pipote de basura lo que Bolívar logró. ¿De qué rayos sirve la independencia de un país si no es para tener libertad? ¡Vuelvan caras! ¡Quitémosles la chequera petrolera!
http://opinion.eluniversal.com/2009/08/06/opi_art_necesitamos-de-ghand_06A2591367.shtml