mayo 18, 1999

Necesitamos una Constituyente para el sector privado

Que en un país exista un Plan Económico coherente, es una responsabilidad compartida entre la dirigencia política y la sociedad civil.

La responsabilidad primaria de un dirigente político, de manera simplificada y aún cuando pueda sonar feo, crudo y hasta vulgar, es la de lograr el poder. Una vez logrado, su función es convertirse en árbitro y negociador de todas las distintas necesidades y ambiciones que existen en la sociedad. Para cumplir con tal papel, el dirigente  debe tener el criterio suficiente para saber elegir entre todas las propuestas que le haga la sociedad civil y tener el liderazgo necesario para lograr la  implementación de los planes acordados.

 

En la Venezuela de hoy, el principal responsable por la ausencia de un Plan Económico, es la propia dirigencia de la sociedad civil, concretamente del sector privado, por cuanto, simplemente, no ha sido capaz de formular alternativas de acción razonablemente coherentes.  Es más, y perdonen si hecho sal a la herida, algunos de los supuestos voceros, cada vez que emiten opiniones, sólo causan una mayor confusión. Permítanme dar algunos ejemplos que sustentan mi opinión.

 

Si existe algo, que en materia económica ha quedado evidenciado con absoluta claridad durante las ultimas décadas, sería la insuperable capacidad del Estado venezolano para malgastar recursos. Me resulta incomprensible cualquier receta para salir del actual desastre económico heredado, que comience por transferir más recursos del sector privado al sector público y me resulta incomprensible que el sector privado apoye tales impuestos o, en el mejor de los casos, otorgue callando.

 

Ante la obvia sobrevaluación del bolívar, que sin duda golpea la actividad productiva interna y favorece la externa, donde de existir un desequilibrio es preferible una leve subvaluación, me resulta increíble oír a representantes del sector privado nacional defender la actual política cambiaria. Para el sector turístico en Margarita, esa política cambiaria equivale a un asesinato.

 

Seudo-representantes del sector privado incitan al gobierno a seguir con la política de privatizar los servicios públicos, aún ante la abrumadora evidencia de que tales privatizaciones sólo se han hecho con fines fiscalistas, dejándole al usuario final una estela de tarifas innecesariamente altas. En Margarita el costo de la electricidad ya supera el costo de las nóminas en muchos hoteles. 

 

La manera como una gran parte de nuestra "dirigencia" sucumbió al confundir poder con capacidad, permitió que la política petrolera degenerara en una total confusión. Como ejemplo, basta nombrar la aplaudida apertura petrolera donde Pdvsa, supuestamente por falta de recursos, permitió a terceros el acceso a la rentable y estratégicamente importante fase de exploración y extracción, para luego sorprendernos con abundantes disponibilidades  para invertir en nuevas estaciones de servicios, equipadas hasta para la venta de cotufas, hoy en necesidad de apoyo publicitario.

 

Pocas voces privadas alertan sobre una apertura comercial y un proceso de globalización, que parece buscar más los halagos del mundo, que los intereses del país. Suficiente resulta mencionar el hecho de que cuando Europa y otras partes del mundo, de manera discriminatoria aplican impuestos a la gasolina, que de hecho funcionan como aranceles comerciales sobre el petróleo, superiores al 800%, que conforman la principal causa de los pobres ingresos petroleros que hoy percibimos, nosotros a la champaña francesa sólo le aplicamos un arancel del 26%. ¿Y quién protesto la clara discriminación presente en la prohibición por parte del estado de la Florida de la Orimulsión?

 

Aupados por la "dirigencia privada" el país permite la más amplia movilización de capitales especulativos a corto plazo. Lo único que hasta hoy nos ha salvado de los desastres sentidos en algunos países del lejano oriente, ha sido el hecho de nunca haber llegado a acumular capitales golondrinos en demasía, afortunado resultado de la desafortunada falta de confianza en el país.

 

Desde finales de los ochenta, nuestro país se ha situado sobre una línea de continuo achicamiento. Restrictivas políticas monetarias con exorbitantes tasas de interés, así como el paso, casi instantáneo, de un libertinaje a un puritanismo en materia de regulaciones bancarias, ha conspirado en hacer que Venezuela parezca una pasa arrugadita. Hoy, aún oímos a una "dirigencia privada" solicitar la presencia del Fondo Monetario Internacional, el principal responsable de incluir la castración como parte del instrumental económico.

 

La verdad es que, ante un silencio general, nuestros gobernantes están en su pleno derecho de creer e interpretar, que la actual "dirigencia" representa, de manera autorizada, a los intereses del sector privado en Venezuela. 

 

En momentos donde se cuestiona la legitimidad de tantos entes en el país, creo importante que todos nosotros, que tenemos derecho a considerarnos como pertenecientes al sector privado, como individuos, profesionales o empresarios, pero que no nos sentimos representados en la actualidad, aprovechemos la oportunidad para movilizar nuestra propia Constituyente. Eso si, en nuestro caso, no creo que tengamos opciones a la de hacerla totalmente ORIGINARIA.




mayo 07, 1999

All Bureaucrats Should Be Created Equal

In the second volume of his autobiography titled “The Invisible Writing”, the European intellectual Arthur Koestler (1905-1983) writes about the time during the early thirties when a primitive town, in the area of Pamir in the south of Central Asia, received the visit of a Russian patrol unit mounted on bicycles. The local folk ran away in total terror. During their lives they had seen many airplanes, but never a bicycle. The planes were seen to be simple machines and so they seemed quite normal. However, the fact that a person could glide along on two wheels without touching the ground could only be explained by the intervention of Satan himself.
Thirty years have gone by since I read about this incident which I believe illustrates in a curious way a less than harmonious development. Since then, I have been repeatedly reminded of this by living in a country such as ours, where the modern lives together with the antiquated without any complex whatsoever. Obviously, our public administration has been a fertile area in this sense.
Last year I had the opportunity to visit both the recently created Banco de Comercio Exterior (Bancoex) as well as the National Institute for Minors (INAM). Without going into which of the two entities is of more importance for the country, the differences between the two were so great that they seemed abominable to me.
I cannot faithfully express the magnitude of the surrealism, but it should be sufficient to say that Bancoex has modern offices, systems employing the latest technologies and an organization with staff selected with the assistance of an international advisory firm while the INAM, accessible only by means of a rickety elevator which takes of every half an hour towards the 42nd floor of one of the towers of Parque Central, has papered its walls with wall to wall Oslo type files labeled with things like “Invoices – Meat Purchases Month of February 1994”.
If a government determines that it must assume the direct responsibility of fulfilling two specific functions, whichever they may be, it should at least try to do both with the same enthusiasm and with the same service standards. We are constantly harping about the fact that we should fight to narrow the social gap in income distribution that creates first class and second class citizens. Likewise, it is equally as important to avoid creating first class bureaucrats and second class bureaucrats. Sometimes I believe we even have third class bureaucrats.
This does not mean I am promoting automatic and irrational equality as far as salaries of public officials is concerned. It has much more to do with the identification of the role and the social support given each public servant in order to stimulate his or her pride.  He who thinks or feels that other believe his work is not important, or who is actually doing work that is indeed not important and should therefore be eliminated is as incapacitated emotionally as a baseball player who has lost his arms.
Likewise, as we head towards the Constituent Assembly which initiates the debate on the role of the State, it is of utmost importance to establish the norms and regulations that require the State to comply with its actual responsibilities before it is permitted to accept new ones. Should we not do this, we should not be surprised about the capacity of certain sectors to negotiate resources that allow them to incur in new initiatives that normally possess noteworthy or glamorous characteristics at the expense of other that, although no less important, require quite dedication, day after day, from 9 to 5.
I now wish to share with my readers a nightmare I have over and over again. During the last decades, the Venezuelan State has frittered away an immense amount of resources. Thank God that in spite of this, most of the spending occurred in public service sectors and that therefore it did actually leave something, however small, for posterity. Does this mean that if the State actually goes full tilt into privatizing public services (at the behest of ourselves) without having previously negotiated a corresponding reduction in their income, 100% of public spending will be wasted?
The town folk in Pamir did not bat an eyelash when airplanes roared overhead. They did not know that human beings were strapped inside at the controls. Had they known this, the panic would have been absolute. I sometimes think about the high expectations we have of the privatization processes in Venezuela. Are we by chance also ignorant of the fact that there are human beings in these private companies?
Evidently, doubts about one issue are not translated in certainty about another. In this sense, I cannot resist finalizing with a quote that I underlined almost thirty years ago in the before mentioned book by Koestler. “I automatically learned to classify all that is repugnant as an »inheritance from the past», and all that is attractive as the »seed of the future». With the aid of this automatic classification it was still possible for a European in 1932 to visit Russia and continue to be a communist.”
The Daily Journal May 1999

mayo 04, 1999

La constituyente y el derecho a la información

En varias ocasiones he expresado entusiasmo con el proceso Constituyente. Tal entusiasmo supone, claro está, que la nueva Constitución nos enorgullezca, ocupando un honroso lugar como la primera del próximo milenio, sin que tengamos que, por su pobre contenido, afirmar su valor como reliquia del milenio anterior. El resultado final depende mucho de las propuestas y de la vigilancia de la sociedad civil.

 

Se dice que Democracia con hambre no es Democracia, pero si esto es cierto, Democracia sin información, es aún mucho menos Democracia. En la constitución que yo deseo, considero que el derecho de un ciudadano a la información sobre la gestión gubernamental es de importancia vital. En tal sentido y ante la próxima Asamblea Constituyente, reto y ruego a sus futuros miembros a considerar lo siguiente:

 

En Venezuela mucha de la desconfianza en nuestro sistema político y mucha de la renuencia a pagar impuestos se centra alrededor de la creencia, casi con carácter de absoluta certeza, de que en el país abundan las nóminas fantasmas y el pago de doble remuneración, aún cuando este último esté prohibido en nuestra actual Constitución (Art.123). 

 

Por el manejo irregular de una partida confidencial hemos enjuiciado a un Presidente pero, al observar las admitidas dificultades que tiene el sector público en conocer su nómina, parecería que el presupuesto nacional íntegro, es la madre de todas las partidas confidenciales.

 

Hoy, debido a los avances tecnológicos es posible establecer, a un costo muy bajo, una base de datos centralizada, que provea de forma inmediata, en tiempo real y a cualquier ciudadano que así lo desee, los datos exactos sobre todo el universo de empleados y contratistas públicos, tanto del gobierno central, como de las gobernaciones,  municipios y cualquier otro ente oficial, así como de todos los pagos que se le hagan a tales organismos.

 

La base de datos anterior puede organizarse para facilitar la búsqueda de información por cédula, por nombre, por contrato de servicio, por fechas, por entidad, por escuela, por ministerio, por alcaldía, por gobernación, etc. 

 

Imagínense si, so pena de prisión, se le prohibiera a todo funcionario público el hacer cualquier pago a persona o empresa que no esté identificada en tal registro. Plantéense la posibilidad de que cualquier venezolano pueda, a través de Internet, tener acceso a esa base de datos y obtener la información que desee. !Qué triunfo para la legitimidad de la democracia!

 

En las declaraciones sobre los derechos humanos de los países desarrollados, el derecho a la información es parte integral de la libertad de pensamiento y expresión y donde básicamente se estipula que tales derechos incluyen la libertad de buscar, recibir e impartir información. 

 

Dentro de este contexto, resulta algo sorpresivo descubrir, el gran adelanto que, en esta materia, tiene Sur Africa  ya que en el Artículo 32 de su constitución se establece que "Todos tienen derecho de acceso a cualquier información en posesión del estado" y que "Debe promulgarse Legislación Nacional que garantice tales derechos"  sólo condicionado a que tal legislación "puede proveer medidas razonables para aliviarle al Estado la carga administrativa y financiera que resulte”.

 

Dentro de nuestra Constitución, esta materia pudiera estar en cierta forma tratada en su Artículo 67, en el que se establece que "Todos tienen el derecho de representar o dirigir peticiones ante cualquier entidad o funcionario público, sobre los asuntos que sean de la competencia de éstos, y a obtener oportuna respuesta”. Las únicas otras referencias, que conseguimos en nuestra Carta Magna en materia de información, las encontramos en la calificación del censo y de las estadísticas como materia de competencia nacional y en los diversos informes que sobre la gestión del año anterior deben presentar al Congreso el Presidente, los Ministros y el Contralor General de la República.

 

Justamente las referencias a lo de una  "oportuna respuesta" y “los obligados informes sobre el año anterior”, ilustran la urgencia de adaptar al mundo moderno, tanto a Venezuela como a la mayoría de los demás países. Hoy, la información y las respuestas pueden ser, y por eso deben ser, inmediatas, en línea y en tiempo real. Para la Memoria y Cuenta de una gestión anterior, donde hoy solo se pierde tiempo, tanto el del los funcionarios públicos como el nuestro, muy bien podríamos contemplar crear la figura de un Cronista del Gobierno de Turno, y que éste eche sus cuentos en las plazas públicas.

 

Amigos, de ninguna forma sugiero que elijamos exclusivamente a nuestros Bill Gates criollos como constituyentes. ¡No! ¡Dios nos libre de eso!. No obstante, sí estoy seguro de que si dejamos el proceso Constituyente exclusivamente en manos de leguleyos de inspiración Robespierrana o en manos de aquéllos que tengan intereses por mantener las tinieblas, que tradicionalmente afectan la transparencia de la gestión oficial, pasaremos vergüenza, inspiraremos pena ajena y muy pronto tendremos que repetir todo el proceso.