agosto 31, 1999

La responsabilidad histórica de los "expertos" petroleros.

Como país petrolero, nuestro principal problema es la creciente carga de impuestos, que los países consumidores aplican al petróleo y sus derivados y que tiene el efecto de que por cada día que pasa, como productor, nos toca menos de su valor. 
Como ejemplo observamos, que en Inglaterra, tomando los precios vigentes para Junio de 1999, de los Bs. 661 que el consumidor pagó por cada litro de gasolina, el distribuidor recibió Bs. 42, el Fisco inglés confiscó la exhorbitante suma de Bs. 552 por litro y al que suministra el producto, un activo no renovable, sólo le quedaron Bs. 68, apenas un mísero 11% del total.
Acabo de leer un artículo publicado en Julio de 1998 en la revista Middle East Economic Survey, escrito por el Dr. Paul Stevens, Profesor de Petróleo y Economía en el Centro de Legislación y Política de Energía, Petróleo y Minería de la Universidad de Dundee en Escocia. En él su autor sostiene que, por el sólo principio de equidad, hay que examinar muy bien a quién de verdad le debe corresponder el valor del petróleo, al gobierno de un rico país consumidor o la población de un pobre país exportador.
El Profesor Stevens indica que la negligencia de los productores, al no actuar en contra de este tipo de impuestos al consumo petrolero, tiene como consecuencia el restarle recursos a sus necesitados ciudadanos, para entregárselos a los ricos gobiernos consumidores. Su acusación no puede ser más directa cuando expresa "que la historia juzgará muy fuerte a quienes permitieron que se revirtiese la fórmula de distribución de ingresos de Robin Hood - robar al pobre para dárselo al rico".
Lo anterior equivale a una clara acusación, por traición a la Patria, en contra de todos aquéllos que, de una u otra forma, han tenido algo que ver con la industria petrolera.
Reconozco que no es lógico esperar que los asesores internacionales que utiliza el país y la industria petrolera, por iniciativa propia, formulen una advertencia sobre el problema de los impuestos al consumo del petroleo, mucho menos cuando nadie se lo pide. Es más, de preguntárseles, no sería extraño que su corazoncito de país consumidor, les impida dar una respuesta objetiva. 
Más difícil aún resulta explicar el por qué nuestros ilustres "expertos" petroleros, aquéllos que todas las semanas ocupan página tras pagina en la prensa nacional y quienes en verdad tienen una responsabilidad histórica ante el país, estén todos callando el problema. 
Una posible explicación radica en la dificultad que humanamente debe estar presente cuando una persona, que ha derivado toda su posición en la sociedad del hecho de calificar como experto, de pronto se dé cuenta que su experticia, aún cuando perfectamente válida, sólo le alcanza para ver los árboles, pero nunca para ver el bosque.
La única otra razón posible, estaría situada en el terreno especulativo de una conspiración internacional tan sofisticada que, mediante un intrincado proceso de desinformación, ha logrado ocultar la verdad durante años.
Francamente, al ver cómo los agentes del FMI recorren el mundo en su afán de mercadear los impuestos petroleros y observar cómo ciudadanos se ocultan bajo el manto del ambientalismo para justificar que, en nombre de la salvación de la tierra, sus respectivos gobiernos cobren los impuestos que nos empobrecen, lo de la teoría conspiradora no parecería tan imposible.
La desinformación sin duda que existe y su gran éxito puede que se deba a que los países consumidores, en vez de desinformar a los productores, se han dedicado a desinformar a sus propios ciudadanos. Como ejemplo notamos que, en Europa, la mayoría de los consumidores están convencidos de que los únicos culpables de los altos precios de la gasolina son los "bandidos de la OPEP", hasta el grado de considerar mentiroso a quien les informe que sus respectivos gobiernos son los verdaderos petro-rentistas del mundo, al recibir hasta ocho veces más ingreso por la venta de la gasolina que el mismo productor.
Dentro de este mismo orden de ideas, me llamaron la atención unas declaraciones aparecidas la semana pasada en la prensa de Honduras del presidente de la Cámara de Comercio de Tegucigalpa, quien manifestó que "los sectores que se pronuncien en contra del alza al precio de los combustibles, si conocen de algún lugar donde se regalan esos productos, deberían decirlo al gobierno porque éste no tiene dinero para subsidiar más los carburantes". Claro está, en ese artículo no se decía nada acerca del hecho que de los US$ 0.50 que paga el consumidor en Honduras por cada litro de gasolina, el gobierno, en lugar de otorgar subsidios, cobra una modesta fortuna en impuestos.
Hace unos meses formé, junto a unos amigos, PETROPOLITAN. Se trata de una ONG cuyo propósito es informar sobre el inmenso daño que los impuestos petroleros le causan a nuestro país. He recibido apoyo de muchas partes con la sola y casi total excepción del sector de "expertos". 
Considerando, que Venezuela atraviesa por una etapa, que sin duda puede calificarse como revolucionaria, nos sentimos en el deber de apretar las tuercas en nuestro llamado a la responsabilidad. ¡Ojo pelao señores! Existen hoy Petropolitanos revisando todos los escritos y declaraciones de los expertos petroleros con el fin de verificar quién es quién en la defensa de los intereses de Venezuela.


agosto 10, 1999

La economía en época constituyente

Como de todos es sabido estamos en los inicios del período de gestación de nuestra nueva Constitución. De decidirse incluir consideraciones económicas dentro de la misma, pienso que probablemente algún economista podría aventurarse a proponer la consideración del siguiente Artículo Único:

De la economía: Por obra de la Providencia, Venezuela es, ante nada, un país petrolero, responsable de maximizar los ingresos provenientes de la venta de tales activos y de asegurar que tales proventos sean correctamente utilizados para el bien de la Nación y de las futuras generaciones de venezolanos.
Al analizar el texto anterior, los constituyentistas probablemente sólo acogerían lo relativo a la correcta utilización de los ingresos. Desgraciadamente, la identificación de Venezuela como un país petrolero, responsabilizado de maximizar los ingresos que de ahí se deriven, quizás sea considerada hasta como una impertinencia del economista. ¿Por qué? Simplemente porque en Venezuela sufrimos de esquizofrenia económica.
Tenemos un país que vive del petróleo, en donde, si hubiera mayor coherencia y voluntad para defenderlo, los venezolanos podríamos hasta vivir como reyes del petróleo. No obstante, todo discurso político y económico actual, que se respete, incluye una obligada referencia a la necesidad de liberarnos del yugo de la dependencia petrolera.
Mientras persista tal confusión, es muy difícil para Venezuela definir un rumbo que le permita un desarrollo económico. En tal sentido, el país actúa mucho como un bailarín superdotado, que abandona su sueño artístico, por una carrera profesional mediocre, al dejarse convencer de que el baile es sólo para los del otro lado.
Sostengo que la función primordial de una ANC, al redactar una nueva Carta Magna, debe se la fijación de límites de actuación a los administradores de la Constitución, es decir, a los políticos. No obstante, deseo significar que el propio proceso constituyente nos brinda una oportunidad única para reflexionar sobre la naturaleza real del país y, en especial, sobre su naturaleza económica.
En tal sentido, de sugerirse incluir la calificación de "Bolivariana" a nuestra Nación, con las buenas intenciones de fortalecer el tan necesario sentido de Patria, yo igualmente me considero con el derecho de proponer que constitucionalmente se le reconozca a Venezuela su condición de Nación Petrolera. Si es difícil lograr crear un sentido de Patria en un mundo globalizado, más aún lo es lograr generar un crecimiento económico en un país que ignora o hasta se avergüenza de su principal recurso.
Para los que consideren que estoy exagerando, someto a su consideración la siguiente lista de hechos: 
Nadie protestó cuando Florida, principal receptor de nuestro dispendioso gasto, prohibió sin razón el uso de la Orimulsión.
Tampoco se protesta cuando en Europa de los 100 que se le cobran al consumidor por la gasolina, el Fisco de allá confisca 85, el distribuidor cobra 5 y al productor, aquél que vendió un activo no renovable, sólo le quedan 10. 
Nuestros intelectuales, en lugar de sembrar un sentido de agradecimiento por el petróleo, que estimule al pueblo a exigir una rendición de cuentas por su buen uso, llegan hasta el extremo de calificarlo como "excremento del diablo". 
Nadie arrugó la frente cuando se inició la apertura petrolera, otorgándose acceso a la crucial área de extracción, por una supuesta falta de recursos y luego aparecieron mágicamente fondos para invertir en insignificantes gasolineras.
Qué poco se cuestionó que esa apertura reduciría la capacidad del país para limitar su producción petrolera y consiguientemente su poder geopolítico.
Hay días festivos para todo en Venezuela, pero ni uno dedicado al petróleo. 
Todos los constituyentistas, como venezolanos, tienen la experiencia de vivir del petróleo, pero en su seno no hay ni uno con la experiencia de vivir para él.
El pueblo sabe que existen problemas reales derivados del petróleo, entre éstos, el poco empleo que genera y el inmenso poder que, sin haber sido limitado en la Constitución, se le adjudica a quien controla la chequera petrolera. Sin embargo, me resisto a creer que, como solución, el pueblo estaría dispuesto a renunciar al ingreso petrolero. En tal sentido, el verdadero mandato económico del Soberano para la ANC, no es que el país se desentienda del petróleo, sino que el país aprenda a convivir con el petróleo. 
Si Venezuela logra combatir la tendencia, casi mundial, de gravar con exagerados impuestos a la gasolina y demás productos petroleros, nuestros ingresos aumentarían de manera astronómica.
Soy venezolano, economista, MBA y con 25 años de actividad profesional en el país, por ello me considero con derecho de enviar la siguiente reflexión económica a la ANC: Señores Constituyentistas, ¿Somos o no somos un país petrolero? Si no llegan a la conclusión de que los somos, les imploro, de rodillas, que ni mencionen la palabra economía en la nueva Constitución.