agosto 29, 2002

La neodemagogia petrolera

Esta semana solicitaron mi opinión sobre una Propuesta para la Transición, pero al expresarles mi preocupación, porque nuevamente esgrimían al aumento de la producción petrolera, como la varita mágica para solucionar nuestros problemas, me rebotaron: 
“¿Qué política petrolera dinamiza más la economía nacional: el producir 2.5 millones de barriles por día a $20, ó 5 millones de barriles a $10? En los dos casos se generan $50 millones diarios de ingresos por ventas, pero el segundo caso tiene un efecto multiplicador sobre la economía nacional sobre el sector de bienes y servicios conexo; así como, la generación de empleos.” 
Quedé loco… si el costo de producir un barril es de 8 dólares, la primera alternativa significaría entregarle al mundo 2.5 millones de barriles por una ganancia de 30 millones de dólares y la segunda, 5 millones de barriles por una ganancia de sólo 10 millones… aún suponiendo que el 100% del costo fuese nacional ¿puede acaso alguien dudar cuál alternativa es la mejor? 
Si el aumento de la producción, en lugar de buscar maximizar nuestro rendimiento como país, sólo busca aumentar el componente local, pues que PDVSA emplee más gente o pague mejores sueldos, pero que por Dios no regale más petróleo. 
También resulta incongruente que sugieran “la aprobación inmediata de un programa de expansión del volumen de producción de crudo” paralelamente junto con la necesidad de “garantizar la sanidad comercial y financiera de PDVSA”, algo que, por lo menos cuando yo dictaba clases de finanzas corporativas, sólo se lograba maximizando las ganancias… jamás maximizando los costos, aún cuando éstos fuesen 100% locales. 
La propuesta incluye el tradicional slogan de lograr una mayor “participación ciudadana en la riqueza del subsuelo”, por lo que me pregunto cómo reaccionarán los nuevos “accionistas” cuando, de aplicarse lo sugerido, se les anuncie: “Señores, este año, en lugar de dividendos, recibirán estos certificados de generación de componente de costo local”. 
Claro que sería una maravilla que Venezuela lograra aumentar su producción, para venderla a buenos precios, pero esto sólo se hace con un buen plan. Indiscutiblemente que, como país, hemos sido pésimos usando y redistribuyendo los ingresos de PDVSA, pero lo que es la OPEP, ha sido… ¡una maravilla! En una empresa privada cualquiera, si alguien en circunstancias similares propusiera como plan abandonar la OPEP y lanzarse al vacío… estaría despedido. 
¿Por qué el riesgo tiene que ser 100% nuestro? ¿Por qué los Estados Unidos, que tanto necesitan de un proveedor seguro, simplemente no ofrecen ser un comprador seguro… y nos emiten una orden de compra por 4 millones de barriles diarios, a buen precio, por 50 años? ¿Quién la rechazaría? 
Amigos redactores de propuestas para Venezuela, no se dejen engatusar por neo-demagogos, que usando teoremas extraños, vía el componente local, quizás buscan socializar para sus propios bolsillos la renta petrolera… quién sabe si como futuros Directores de La Transición en PDVSA.





agosto 15, 2002

Que alguien me ampare

Hace poco opiné, que debido a los problemas que atraviesa la AES, accionista principal de la Electricidad de Caracas (EdC), a ésta pudiesen estarle chupando recursos hasta el punto de verse impedida de cumplir con su plan de inversiones. Los 900 millones de dólares, que ya le han extraído en menos de 24 meses, así lo sugieren.
Nunca había recibido tantos correos electrónicos… felicitándome y ofreciendo suministrar otros datos relevantes, pero como cosa curiosa, hasta la fecha, ni pío de la empresa, ni de las autoridades.
Hoy necesito referirme a otro aspecto. Quizás recuerden, que con relación al estudio de un régimen económico eléctrico, les contaba que unos consultores habían sugerido la loquetera de que le pagásemos a la EdC, por el uso de sus redes, como si éstas fuesen nuevas, sin importarles que los usuarios, mediante el pago de las tarifas, ya las hubiéramos amortizado mayormente… y que al final, trataba de consolarnos con un “nos salvamos…por ahora”. Pues olvídense de la salvada, por lo menos por ahora.
Por los caminos verdes, me llegó una nueva versión del estudio fechado Junio 2002, donde se sostiene, que el absurdo criterio antes mencionado, ya fue “justificado en un Documento de Lineamientos Básicos para el Diseño del Régimen Económico del Mercado Eléctrico de Venezuela”. Para el caso de la EdC, el estudio estima que el “Valor Nuevo de Reposición de un Red Eficiente”, para una ciudad como Caracas, sería de aproximadamente 1.600 millones de dólares (sin incluir activos de generación y transmisión), por lo que, según la propuesta, a ese valor deberíamos hacer los cálculos.
El estudio incluye una Verificación de Rentabilidad, que en esencia no es más que una cacofonía del criterio anterior (aún cuando cacafonía le queda mejor), con la que sólo demuestran, que de valorizar los activos en tal monto y pagar una tarifa acorde con el mismo, la rentabilidad final sería la esperada. Algo así como, si dos más dos son cuatro… entonces, cuatro menos dos deberían dar dos… ¿Lo dan? ¡Correcto!¡Todo en orden! ¡Vamos con la próxima tarifa!
Yo no soy un loquito, tengo un currículum que incluye Master de Administración del IESA en 1974 con mención de honor, poseo más de 25 años de amplia y variada experiencia profesional y soy el primero en reconocer que hay que pagarle adecuadamente a quien nos brinde un servicio público, pero amigos, la propuesta actual es simplemente inaceptable y, si las tarifas calculadas con ella, en cierta forma se asemejan a las actuales, ello sólo evidencia cómo tienen engañado al sector regulador… ¿por servil, inepto o por qué?
Por cierto, el mismo día que publiqué mi artículo, por pura coincidencia, recibí, por primera vez en mi vida, un aviso conminándome al pago de mi factura eléctrica, que llevaba 96 horas de vencida. Obviamente salí corriendo a cancelar la factura, ya que una cosa es enfrentarse con la AES, y otra… a mi esposa y editora si nos cortan la luz. ¿Habrá un juez dispuesto a ampararme mientras sigo diluzidando?
Publicado en El Universal, Caracas, 15 de Agosto de 2002



agosto 14, 2002

Guacara no es Basilea

La cartera de créditos de la banca venezolana, que en 1982 ascendía a 16.000 millones de dólares, para junio de 2002, en dólares constantes de 1982, apenas alcanzó 3.300 millones de dólares, es decir, un 21% de la de 1982. Siendo el caso que niveles tan bajos como éstos no se veían desde finales de 1996.
En un artículo que publiqué en junio de 1997, alerté sobre el peligro de que ante el pánico de caer en otra crisis bancaria, fuéramos a exagerar las regulaciones bancarias, olvidándonos de la función principal de la banca, que no debe ser otra que la de ser un agente activo en el desarrollo económico del país y para lo cual se le otorga la licencia.
Desde ese entonces, he argumentado en múltiples artículos que tenemos que cuidarnos de las normativas bancarias de Basilea que, como parte del proceso de globalización, buscan ser impuestas en todo el mundo, ya que éstas, si bien pueden ser lógicas para un país desarrollado, que quizás sólo busca cuidar su dinero, pueden resultar demasiado estrictas para un país en vías de desarrollo, como el nuestro.
Entenderán entonces el por qué de mi angustia, cuando en una entrevista publicada a página completa en un diario nacional, el nuevo superintendente de bancos no mencionó ni una palabra sobre cómo la banca puede fomentar el crecimiento económico y se limitó a declarar sobre aspectos restrictivos de la regulación, con frases como: "nosotros somos el aliado estratégico del sistema para garantizar los depósitos..." y "me he trazado el objetivo de adaptar la normativa del sistema a los principios fundamentales de Basilea".
Ante la profunda crisis económica en la que nos encontramos sumergidos, si yo fuese superintendente, por el contrario, no haría otra cosa que tratar de determinar si las regulaciones actuales pudieran, de alguna forma, estar frenando innecesariamente el otorgamiento de créditos y, de ser así, procedería a modificarlas... diga lo que diga Basilea.
En todo caso, debe señalarse que el impacto que pueda tener uno u otro tipo de regulación bancaria en la salud del sistema financiero, siempre será infinitamente menor que el que tiene el estado real de la economía en la que se desenvuelve la banca.
Si hay algo preocupante de la globalización es que aquella categoría de peligrosos funcionarios públicos, que se limitaban a desarrollar normativas desde sus oficinas con aire acondicionado en Caracas, ignorando el mundo real, hoy siguen en lo mismo, pero desde oficinas aún más remotas... en Basilea.
Tal Cual 14 de Agosto de 2002


agosto 11, 2002

Cartas al Editor: Pesadillas

Cartas al Editor
Pesadillas
De vez en cuando despierto de la actual pesadilla económica, sólo para caer en otra, donde veo a mi país en manos de un ilustre y flamante caballero con pico de plata que logra inspirar tal confianza que:
le permite al Gobierno no solo contraer nuevas y cuantiosas deudas externas… 
sino también privatizar nuestros servicios públicos obteniendo fabulosos pagos que pesaran sobre las espaldas de los usuarios, quienes tendremos que cancelarlos a través de las tarifas respectivas, 
y que finalmente logra alcanzar la meta sublime…vender a Pdvsa en una fortuna, gracias al pequeño aliciente de haberle rebajado los impuestos futuros…
pero que luego desperdicia todos esos recursos en seis meses, quedando nuestra Venezuela abandonada al lamento eterno de un tango argentino.
Por Venezuela, busquemos la cura y no la eutanasia... 
y, antes de conseguirla, le recuerdo a mis amigos de la oposición que entre los mejores regalos de Dios… hay ruegos no respondidos (Garth Brooks dixit, o singit)

agosto 01, 2002

¿Qué hacemos Cira?

¿Qué hacemos Cira?
Recientemente leímos en El Universal un artículo de Cira Romero denominado “Inversión y trabajo”, donde nos recordaba la importancia de la inversión para combatir la pobreza y el desempleo y la necesidad de no caer en la trampa de calificarla como buena o mala, según fuera ésta extranjera o nacional. Mucha razón tiene Cira… no toda inversión extranjera es necesariamente buena.
Un digno ejemplo es nuestro fiduciario eléctrico, La Electricidad de Caracas, EdC, que mensualmente recibe nuestros pagos por luz, para que haga las inversiones necesarias y nos brinde un buen servicio, pero que parece haber caído en no muy buenas manos, no obstante ser extranjeras.
Hace apenas 24 meses que AES compró el 80% de la EdC y ya le han extraído, vía la recompra de acciones y pago de dividendos, la bicoca de 900 millones de dólares, que no sé si califica como “la obtención de una rentabilidad justa” a que apunta la Ley del Servicio Eléctrico.
Voceros de la EdC señalaron hace poco, que de los 160 millones de dólares, que pensaban invertir durante el 2002, tuvieron que retrasar 80 millones, “por la indefinición de un modelo económico para el sector”. Considerando que la EdC no requirió de un modelo económico en sus primeros 110 años, el cual tampoco existía cuando AES la compró, la excusa suena ridícula.
Hace dos años, los funcionarios de Fundelec, nuestros supuestos expertos en materia de régimen económico eléctrico, por haber viajado por el mundo por más de diez años asistiendo a cuanto seminario hay, sin embargo contrataron a unos consultores argentinos para que les hiciesen su trabajo… y no les cuento de la que nos salvamos…por ahora. Figúrense que los consultores sugerían que le pagásemos a la EdC, por el uso de sus redes, como si éstas fuesen nuevas, sin importarles que los usuarios, mediante el pago de las tarifas, ya las habíamos amortizado mayormente. Como además proponían que tan fantabuloso valor de redes, fuese remunerado a tasas, que incluían consideraciones de riesgo país, estoy seguro de que, de haberse decretado ese régimen económico, se hubiesen extraído, tanto de la EdC como de nuestros bolsillos, mucho más que los 900 que sacaron.
En su último informe a sus accionistas, la EdC anuncia (con orgullo) que la chupadera va a seguir, declarando su intención de aumentar la deuda y de reducir el capital de la empresa. Como si esto no fuese suficientemente preocupante, AES tiene problemas, su filial en Colombia quebró, sus acciones pasaron de 70 dólares a sólo 2, su calificación de riesgo empeoró e incluso han tenido que sustituir a su Presidente fundador.
Quisiera declararme en rebelión, dejar de cancelarle a la EdC mi factura de luz mientras sigan retrasando las inversiones; desearía que el gobierno vigilare más de cerca a la EdC; considero que los 900 millones ya deberían ser dividendos suficientes, por muchos años… pero, Cira amiga, ¿qué hacemos cuando, en épocas de globalización, siempre nos alertan que al inversionista extranjero… ni con el pétalo de una rosa?
Publicado en El Universal, Caracas, 1 de Agosto de 2002